Técnicas para intervenir efectivamente
Al hablar con una víctima de acoso sexual, puede ser útil usar algunas de estas frases: “Te creo”, “Tuviste mucho valor al decirme esto”, “La culpa no es tuya”, “No hiciste nada para merecer esto”, “Gracias por confiar en mí, no estás sola”, “Estoy aquí para ayudar de cualquier manera que quieras”, “Lamento que te haya pasado esto” o “Esto no debería haberte pasado”. Todas estas frases recuerdan a la víctima que tiene apoyo y que lo que le pasó no es culpa suya.
Algunas frases a evitar incluyen: “¿Por qué no dijiste no?”, “¿Por qué llevabas eso?”, “No entiendo”, “¿Cuánto bebiste?”, “¿Llamaste por ayuda?”, o cuestionamientos sobre la relación con el abusador, como la pregunta: “Pero están saliendo, ¿verdad?”. Todas estas frases culpan a la víctima, y el acoso sexual nunca es culpa suya.
Entonces, ¿QUÉ HAGO SI ALGUIEN CERCANO ME RELATA SU EXPERIENCIA DE AGRESIÓN SEXUAL? Es de suma importancia considerar los siguientes elementos al realizar una primera acogida:
UBICAR A LA PERSONA, SU CONOCIMIENTO Y EXPERIENCIA EN PRIMER LUGAR
Al acompañar a una víctima de violencia sexual, es fundamental conocer los hechos desde la experiencia de la persona. Evitar consejos y comentarios cargados de estereotipos de género y prejuicios. Evitar reproducir mitos y descripciones respecto a lo que “debe” ser una agresión sexual en el relato de una víctima. Situar a la persona en un contexto personal, cultural, social, emocional y comprenderla desde las diferentes subordinaciones de género de las cuales se origina la experiencia de opresión sexual para comprender su dolor desde ese lugar.
TOMAR LA EXPERIENCIA COMO REALIDAD
Comprender que la definición legal de agresiones sexuales, entendida como delito, no da cuenta de la complejidad del fenómeno de violencia sexual. Si te encuentras en la posición de escuchar el relato de una agresión sexual por parte de alguien cercano, procura no buscar la veracidad del relato ni un malestar estereotipado que dé cuenta de forma causal de los hechos de violencia. Existen estrategias de apropiación corporal normalizadas e invisibilizadas bajo el ejercicio de la masculinidad hegemónica.
NUNCA PREGUNTAR POR QUÉ NO SE DEFENDIÓ O QUÉ HIZO EN SU DEFENSA
Existen muchos motivos por los cuales una persona no se defiende ante una situación de abuso. Suele enseñarse que una persona que agrede sexualmente puede ser capaz de matar a su víctima si se resiste. Un combate directo o llamado de auxilio puede ser interpretado como “exageración” en espacios públicos. La paralización puede ser una forma de defensa para que la agresión “no sea peor”. La confusión respecto a la veracidad de los sucesos de agresión que están ocurriendo puede ser tal que la víctima caiga en estado de shock. Por estas razones, nunca se debe cuestionar a la víctima, ya que la falta de acción no indica consentimiento de su parte.
NUNCA PREGUNTAR POR QUÉ GUARDÓ SILENCIO O POR QUÉ NO HABLÓ ANTES
Existe una imagen estereotipada de lo que es una agresión sexual y una persona que agrede sexualmente. Cuando esa imagen no coincide con el relato, tendemos a culpar o cuestionar a la víctima. Existe un mandato social que exige silencio para no perturbar el orden de la familia y los lazos sociales en general. Cuando una persona rompe el silencio, siempre es un acto de valentía. El silencio muchas veces sirve para evitar la violencia producto de la incomprensión y sentencia. Nuestra labor siempre es acompañar y validar el relato, sin importar la cantidad de tiempo que se haya mantenido el silencio ante el abuso.
NO OBLIGAR A TOMAR NINGUNA ACCIÓN
No debemos tomar decisiones por la víctima ni obligar a tomar acciones. Es indispensable respetar sus tiempos subjetivos, favoreciendo la autonomía política y de decisión. Al acompañar sus decisiones, no debemos formar expectativas superiores a lo que el contexto social y judicial puede ofrecer en la realidad.
NO EMITIR JUICIOS NI HACER SABER PREJUICIOS
Evitar consejos y comentarios cargados de estereotipos de género y prejuicios. Evitar reproducir mitos y descripciones respecto a lo que “debe” ser una agresión sexual en el relato de una víctima. Acoger el relato y ubicar su malestar en relación con un abuso de poder permite abrir un espacio para la revelación, con la confianza y certeza de que se está en un espacio libre de prejuicios.
Recuerda que una intervención no solo requiere conciencia, sino también acciones concretas y efectivas. Por lo tanto, incluso acciones pequeñas como ayudar con las responsabilidades académicas o quehaceres, y realizar actividades con la persona para distraerla, pueden servir en una intervención o acompañamiento de víctimas de acoso sexual.
NO SEAMOS PARTE DE LA REVICTIMIZACIÓN
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